Errores comunes al pedir una hipoteca

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Comprar casa es uno de esos momentos que mezclan ilusión, estrés y… papelitos. Muchos papelitos.
Y como es probablemente la mayor compra que harás en tu vida, cometer un error al pedir la hipoteca puede costarte miles de euros y más de un dolor de cabeza.

Por eso hoy vamos a repasar los errores más comunes que comete la gente al lanzarse a por su hipoteca… y cómo puedes evitarlos como un auténtico ninja financiero.

No comparar ofertas (o quedarse con “la de tu banco de toda la vida”)

Este es un clásico. Vas a tu banco de siempre, hablas con el director que te conoce desde que tenías cuenta joven, y piensas: “Seguro que me da la mejor hipoteca, somos casi familia”.

Pues no.
Los bancos compiten, y cada uno tiene condiciones diferentes según sus objetivos comerciales, tu perfil y hasta la época del año. Quedarte con la primera oferta sin mirar otras es como casarte con la primera persona que te sonríe en Tinder.

Cómo evitarlo:

  • Consulta simuladores online (como el de Calcula tu hipoteca) para hacerte una idea del mercado.
  • Pide al menos 3 ofertas de entidades diferentes y compáralas no solo por el interés, sino por la TAE, comisiones y vinculaciones.

Mirar solo el tipo de interés (TIN) y olvidarte de la TAE

El TIN es como la etiqueta de precio en una tienda: parece que te dice cuánto cuesta, pero en realidad falta el IVA, el envío y demás. En hipotecas, el “IVA y el envío” son las comisiones, los seguros obligatorios, los gastos de gestión… todo eso se refleja en la TAE, que es la cifra que de verdad muestra el coste total.

Cómo evitarlo:

  • Siempre, siempre, siempre pregunta por la TAE.
  • Si te dicen “no, mejor mire el TIN que es más bajo”, desconfía: están intentando enseñarte solo la parte bonita.

No calcular bien tu capacidad de pago

Ese piso que te enamoró puede que esté un poco por encima de lo que realmente puedes permitirte. El error aquí es fijarte solo en la cuota de la hipoteca y no en tu capacidad real: ingresos, gastos fijos, posibles imprevistos…

Regla de oro: la cuota mensual no debería superar el 30-35 % de tus ingresos netos. Si te pasas, el riesgo de agobiarte a medio plazo es alto, sobre todo si sube el euríbor.

Cómo evitarlo:

  • Haz un presupuesto realista de tus ingresos y gastos.
  • Simula escenarios con tipos de interés más altos para ver si podrías seguir pagando sin vivir de arroz y lentejas.

Ignorar los gastos iniciales

Firmar una hipoteca no es solo pagar la casa. Hay un ejército de gastos que se presentan en la notaría: impuestos, gestoría, tasación, registro, seguros… Si no los cuentas desde el principio, el susto puede ser mayúsculo.

En España, los gastos de compra de vivienda suelen rondar entre el 10 y el 12 % del precio del inmueble (sumando impuestos y papeleo).

Cómo evitarlo:

  • Calcula siempre el precio total incluyendo gastos.
  • Ten un colchón extra para imprevistos: reformas, muebles, o ese grifo que decide jubilarse el día que entras.

No leer (ni entender) la letra pequeña

Sí, la letra pequeña es aburrida. Sí, son páginas y páginas llenas de jerga legal. Pero ahí es donde se esconden las cláusulas que pueden amargarte la existencia: cláusula suelo, comisiones por amortización anticipada, obligaciones de contratar seguros carísimos…

Cómo evitarlo:

  • Tómate tu tiempo para leer todo (o que lo lea un profesional).
  • Pregunta cualquier cosa que no entiendas, por obvia que parezca. Un banco serio te explicará todo sin rodeos.

Fijarte solo en la cuota inicial

Hay hipotecas que empiezan con cuotas súper bajas para engancharte, pero luego… sorpresa. Pueden ser tipos variables en un momento en que el euríbor está bajo, o hipotecas con periodo de carencia (pagas menos al principio, pero luego sube).

Cómo evitarlo:

  • Mira el cuadro de amortización completo.
  • Simula cuotas con un euríbor más alto para ver si podrías asumirlo.

No tener ahorros suficientes

La mayoría de bancos financian hasta el 80 % del valor de tasación (o de compraventa, el menor de los dos). Eso significa que el 20 % restante lo pones tú… más los gastos que comentamos antes.

Si vas con lo justo, cualquier imprevisto puede ponerte contra las cuerdas.

Cómo evitarlo:

  • Ten ahorrado al menos el 30 % del valor de la vivienda antes de lanzarte.
  • Si no llegas, busca opciones como hipotecas para jóvenes o avales familiares (pero cuidado con las condiciones).

No pensar a largo plazo

Una hipoteca no es como un préstamo para el coche: hablamos de 20, 25 o 30 años de compromiso. No tener en cuenta posibles cambios en tu vida (hijos, cambio de trabajo, mudanza) puede llevarte a una hipoteca que deje de encajar en pocos años.

Cómo evitarlo:

  • Elige un plazo que te permita pagar cómodamente pero sin alargarlo innecesariamente (más años = más intereses).
  • Considera la flexibilidad de la hipoteca para amortizar anticipadamente o cambiar condiciones.

No negociar

La gente cree que las condiciones de la hipoteca son “lo que hay” y punto. Error. Todo es negociable: el interés, las comisiones, los seguros… Especialmente si tienes un buen perfil (contrato indefinido, ingresos estables, poco endeudamiento).

Cómo evitarlo:

  • Lleva ofertas de otros bancos para tener poder de negociación.
  • Pregunta siempre: “¿Podéis mejorar esto?”. Muchas veces la respuesta es sí, pero solo si lo pides.

Tomar decisiones con prisas

Cuando ves un piso que te encanta, es fácil entrar en modo “lo quiero ya” y firmar lo primero que te pongan delante. Pero una hipoteca no es una pizza: no pasa nada por esperar unos días y comparar bien.

Cómo evitarlo:

  • No te dejes presionar por frases tipo “hay otra persona interesada”.
  • Respira, revisa, consulta con alguien de confianza… y luego decide.

En resumen
Pedir una hipoteca es un proceso que mezcla emociones y números. Si evitas estos errores comunes y te tomas el tiempo para informarte, comparar y planificar, estarás mucho más cerca de disfrutar de tu casa sin que la hipoteca se convierta en una pesadilla.

Y recuerda: una calculadora de hipotecas es tu aliada para hacer números antes de firmar nada. Mejor descubrir ahora que no puedes pagar algo, que dentro de cinco años cuando la cuota se dispare.